martes, 5 de noviembre de 2013

El sueño de la tlayuda


Eduardo Serrano tiene un hotel junto a una playa. No es una playa tropical. Más parece Coney Island. Estoy inquieto, pero a la vez gozoso. 

Es una palapa. 

Llegan Gerardo y Marugenia. Marugenia está muy callada. Gerardo, con su pelo largo, parece llegado de la alberca. Se ve inmensamente contento (contento, apaciguado). 

Llega Eduardo Serrano, está enojado. 

Llega Arturo Macías, que cree que Eduardo está enojado con Gerardo y que viene a defender a su amigo. Gerardo dice: Quiero una tlayuda.

En un taller al aire libre, unos hombres saludan a la distancia a un hombre de baja estatura, regordete, con saco de pana. Es un político a la sombra. Yo lo saludo, amable, pero el político no me atiende. Subo con el político de pana unas escaleras y nos encontramos con lo que parece la parte trasera del Parque Hundido (puedo ver la fachada del Instituto Mora). 

Se escucha ruido, como de público expectante para un concierto o una obra de teatro. Decido entrar. Para eso, necesito subir escaleras y salir a Paseo de la Reforma. 


Me encuentro en un anfiteatro. Octavio conversa con un grupo de jóvenes amantes del teatro sobre el pentámetro yámbico. Cecilia ríe junto a él y pregunta:

-¿Y eso que tiene que ver con Nietszche? 

Octavio dice: ¡Mucho, mucho! Forty, forty, forty.

Aparece un caballo. Le grito a Octavio: ¡Octavio, el caballo está llorando!  

Llegan Eduardo, Arturo, Gerardo y Marugenia. Parece que vienen por nosotros. Gerardo quiere llamar la atención:

-Quiero una tlayuda.

Yo veo a Gerardo y siento mucha alegría al saber que no está muerto.

lunes, 19 de agosto de 2013

Azul, la metáfora...

AZUL danza - teatro - multimedia
Landscape_artes escénicas
Dirección general: Vivián Cruz Juárez
Teatro de la Danza
Sábado 17 de agosto de 2013
Invitado por Giselle Morgado Landazurri


Un biombo como objeto constante, mueble que es cama, ventana, espejo, piscina. Espejos que danzan, cuerpos que se atan y se desatan, cuerpos que entran en la piel de otros cuerpos. Y de pronto, en medio del espectáculo de la memoria y el sueño, descubro que estoy llorando, sin saber por qué. Cuerpos que no son cuerpos sino pensamientos. Los pensamientos se mueven. Y yo quedo vuelto sueño. Danza (la siempre inaudita danza, con sus criaturas garcíalorquianas -epilépticas de la luna), música, cine, luz, teatro de sombras, agua. 

Después de ver Azul, ya no puedo volver a cruzar las noches como antes. 

Porque aunque el sueño Azul desaparezca de mi conciencia (como desaparecen todos los sueños), el acontecimiento se filtrará a las profundidades de mi memoria, a ese lugar de cazuelas puestas a fuego lento dentro de las cuales hierven movimientos, colores, gestos, muecas,  luces, sombras, murmullos, respiraciones... Y un día soñaré en-un-con Azul y sabré entonces que me fundí en su belleza.

Con Azul, (me) (re) concilio (con) el sueño.