Desde la
sensación pura hasta la intuición de la belleza, desde el placer y el dolor
hasta el éxtasis místico y la muerte, todo lo que es fundamental, todas las
cosas que son para el espíritu humano más hondamente significativas, tan sólo
pueden experimentarse, no expresarse. Lo demás, siempre y por doquiera, es
silencio.
Aldous
Huxley
En la película Kagemusha, de Akira Kurosawa, el
ejército de Takeda Shingen tiene sitiado el castillo de su enemigo Nobunaga. De
noche, el silencio del ejército se debe al cansancio pero también al sonido de
una flauta que viene del castillo (tocada por el jefe de guarnición –o es que
él ordena que sea tocada), y su sonido permanente significa que el enemigo
resiste.
Sólo se escucha la
hermosa melodía de la flauta y el crepitar del fuego de las fogatas, como la
sangre y el corazón de John Cage.
El “silencio” es roto
por un disparo. Shingen cometió la imprudencia de ir al sitio del castillo para
escuchar la flauta, y lo que encontró fue su propio silencio, su silencio
definitivo. No muere inmediatamente, sólo queda herido; pero hay que prepararse
para esconder su muerte inminente. Pues de eso trata la historia de Kurosawa y
Masato Ide: del silencio que esconde.
Al final de Looking for Richard (1996), después de
ser traspasado por la espada del conde de Richmond (Aidan Queen), Pacino, el
actor-director, habla del silencio: “Amo el silencio –susurra-, amo el
silencio. Después del silencio, ¿qué más hay? ¿Cómo es el verso?”, y fuera de
cuadro John Gielgud (¡John Gielgud!) le
recuerda las últimas palabras de Hamlet: Lo
demás es silencio.
Shakespeare me lleva de nuevo a Kurosawa, es decir, a la reflexión dolorosa que hace Nobukado al morir su hermano Shingen:
Shakespeare me lleva de nuevo a Kurosawa, es decir, a la reflexión dolorosa que hace Nobukado al morir su hermano Shingen:
Fui la sombra de mi hermano.
Ahora que lo he
perdido,
es como si yo ya no existiera.
Como es natural, este
silencio que ahora envuelve al samurái es mi propio silencio.
En su Música en la noche (deliciosa colección
de pequeños ensayos de 1931), Aldous Huxley afirma que el silencio forma parte
de la música y que evita a aquellos compositores y músicos que no saben
callarse. Dicen poco porque están hablando siempre.