Introitus

La idea. Elaborar un cartulario definitivo, un archivo general que contenga todo sobre Agustín Aguilar Tagle, así como aquello que se dio, se da y se dará en torno a su persona. En la medida de lo posible, se evitará el uso de imágenes decorativas (se usarán sólo aquellas que tengan cierto valor documental). Asimismo, se prescindirá de retorcidos estilos literarios a favor de la claridad y la objetividad (la excepción: que el documento original sea en sí mismo un texto con pretensiones artísticas). El propósito. Facilitar la investigación biográfica, bibliogáfica, audiográfica y fotográfica posterior a la muerte de Agustín Aguilar Tagle, de manera tal que sus herederos espirituales puedan dedicar los días a su propio presente y no a la reconstrucción titánica de virtudes, hazañas, amores, aforismos, anécdotas y pecados de un ser humano laberíntico, complejo y contradictorio. El compromiso. Cuando busco la verdad, pregunto por la belleza (AAT).













sábado, 2 de enero de 2021

Pablo de Tarso y la garantía de satisfacción

Primera observación. La llamada garantía de satisfacción es una audaz estrategia verbal que muestra la confianza del vendedor en sí mismo y en el producto o servicio que ofrece.

 

Análisis de lo observado. La elegante arrogancia de la fórmula “Su completa satisfacción o la devolución de su dinero” dice entre líneas, sincera o falsamente: “Estoy orgulloso, seguro y cierto de mi mercancía, y apuesto a ella su precio asignado”.

 

Primera conclusión. Esté o no basada en una verdad comprobable y permanente, la garantía de satisfacción busca generar en el consumidor sensaciones de certeza positiva y, en consecuencia, de prolongada tranquilidad.

 

Dispersión 1. Según mis lecturas, superficiales pero atentas, el pionero de esta estrategia de venta es el inglés Josiah Wedgwood (siglo XVIII). Alfarero, diseñador y abuelo materno de Charles Darwin, Wedgwood blandió la garantía de satisfacción para vender sus productos de cerámica en toda Europa, cosa que logró con absoluto éxito, no tanto por la arrojada promesa de reembolso en caso de disgusto sino porque sus piezas eran (y son) dechados de preciosidad, las más conocidas de jaspe azul sin esmaltar (alfarería que no debe dejarse nunca al alcance de los niños y menos de los adolescentes).

 

Dispersión 1.b. Gustoso que soy de la escritura dispersa, dedicaré un párrafo más al ceramista inglés, para mencionar la encantadora vajilla Wedgwood Hibiscus Azul Royal, cinco de cuyas piezas pueden adquirirse por la módica suma de 6,237 pesos y tres centavos. Destacan en este juego  el borde de oro de 22 quilates y el motivo presente en la tetera, en las tasas y en uno de los platos: flores de hibisco azules cuyas hojas explican el mencionado ribete.

 

Dispersión 2. El abuelo materno de Darwin, Josiah Wedgwood es, además, abuelo paterno de Emma Wedgwood, esposa del naturalista inglés. Emma tocaba muy bien el piano. Cuenta la leyenda que tomó clases con Chopin durante su estancia en París. Sin embargo, las fechas no coinciden: Emma estuvo en la capital francesa en 1825, año en que el jovencísimo Fryderyk andaba en Varsovia, tocando el aeolopantaleón ante el zar Alejandro I, quien andaba de visita en la capital polaca y quien moriría ese mismo año (aunque esto también está envuelto en misterio: se dice que Alejandro I fingió su muerte para aislarse y vivir como ermitaño con el  nombre de Fiodor Kuzmich).

 

Dispersión 3. La cosa es que el piano de Emma Wedgwood llegó a pertenecer a George Steiner, recientemente fallecido (3 de febrero de 2020), genial pensador y melómano que, sin embargo, padeció, en palabras del mismo Steiner, la humillante incapacidad de tocar instrumento alguno, pues al nacer sufrió parálisis braquial obstétrica (de todo esto me entero al adquirir y leer Necesidad de música, libro que reúne artículos, reseñas y conferencias que Steiner dedicó al arte sonoro).

 

Dispersión 4. En cuanto al recital dado por Chopin ante el mencionado zar, advirtamos que el aeolopantaleón fue inventado en 1830 por Jozé Dlugosz de Varsovia, así que es más probable que el instrumento al que se enfrentó el niño genio durante esa velada en Varsovia fuera el aeolomelodicón, padre del aeolopantaleón. El aeolomelodicón, que cuenta con tubos de latón en las lengüeta, fue construido por Fidelis Brunner, a partir del diseño de J.F. Hoffman.

 

 


 

 

Segunda observación. En la primera epístola de san Pablo a los Corintios, hay dos versículos que durante mi pubertad y mi adolescencia me blindaron frente a la duda y la perplejidad. El 14 y el 19 del capítulo 15, donde el apóstol de los gentiles afirma rotundamente: “Y si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana es nuestra fe (…). Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los más desgraciados de todos los hombres!”.

 

Sí, el gran pionero de la garantía de satisfacción es Pablo de Tarso.

 

Me queda claro que en la retórica del sagrado vaso de elección hay la intención de establecer la siguiente lógica: (1) Nuestra fe no es vana, no puede serlo desde el momento en que la experimentamos como una realidad (creo porque creo, es la convencida y tautológica afirmación del creyente, que en algo se parece al argumento de san Anselmo: Dios existe porque si no existiera no sería Dios). (2) Ergo: la resurrección es un hecho cuya realidad se demuestra con el peso de nuestra propia fe.

 

Garantía de satisfacción paulina: La resurrección de Cristo o la devolución de su cordura.