Introitus
La idea. Elaborar un cartulario definitivo, un archivo general que contenga todo sobre Agustín Aguilar Tagle, así como aquello que se dio, se da y se dará en torno a su persona. En la medida de lo posible, se evitará el uso de imágenes decorativas (se usarán sólo aquellas que tengan cierto valor documental). Asimismo, se prescindirá de retorcidos estilos literarios a favor de la claridad y la objetividad (la excepción: que el documento original sea en sí mismo un texto con pretensiones artísticas). El propósito. Facilitar la investigación biográfica, bibliogáfica, audiográfica y fotográfica posterior a la muerte de Agustín Aguilar Tagle, de manera tal que sus herederos espirituales puedan dedicar los días a su propio presente y no a la reconstrucción titánica de virtudes, hazañas, amores, aforismos, anécdotas y pecados de un ser humano laberíntico, complejo y contradictorio. El compromiso. Cuando busco la verdad, pregunto por la belleza (AAT).
domingo, 18 de septiembre de 2011
Bautizo de Víctor Xavier Preciado Videgaray
Sábado 17 de septiembre de 2011. Muy buenas tardes, amigos y familia. Nos encontramos reunidos aquí para llevar a cabo una ceremonia muy especial, fuera de serie. Dada la naturaleza del oficiante, más de uno podría suponer que esta ceremonia será de carácter estrafalario, psicodélico o incluso psicotrópico. Sin embargo y en realidad, espero que con el tiempo todos recordemos este acto como el primer out of the box de nuestro personaje principal, el señor don Víctor Xavier Preciado Videgaray, para quien pido el primer aplauso de este concierto espiritual.
Sí, es Víctor Xavier, recientemente descubierto en un repollo sabroso que sus padres adquirieron con mucho amor y por las muchas ganas de incluir en este mundo un nuevo ejemplar de sí mismos, una edición bilingüe ricamente ilustrada, pero también un ser individual que con el tiempo –más temprano que tarde- cobrará su propia personalidad y se inventará, sin duda, una existencia soberana e independiente.
Así que la experiencia de vida de Víctor Xavier no es la repetición de dos almas, por más bellas que éstas sean, sino –y he aquí el milagro- la creación de un nuevo mundo.
Con Víctor Xavier comienza el universo, con Víctor Xavier se escribe el primer versículo del génesis de una nueva realidad. 10 de junio de 2011 no se olvida, porque ese día el cosmos volvió a cobrar sentido. Por supuesto que esto podría decirse de todos y cada uno de los niños y las niñas que nacen; de los seis primos del señor Preciado Videgaray; de sus bisabuelos, de sus abuelos, de sus tíos y tías; de nosotros mismos pudo haberse dicho algo semejante, y este momento prueba de manera irrefutable que nuestros padres no se equivocaron: pobres, viudos, divorciados, perseguidos por la justicia, abandonados, rencorosos, bonitos, feos, defectuosos, izquierdosos, neoliberales, ateos, creyentes, incapacitados para hacer fortuna, no importa: somos el triunfo de la vida, somos el mejor momento de la historia de la humanidad, porque todos aquí –no me cabe duda- somos gente de bien. Si se fijan, no hay aquí guardias de seguridad ni representantes de Televisa. Ambas ausencias demuestran que somos gente decente. Pero me refiero a esa decencia de la que hablaba Chesterton: Soy decente pero honesto, advertía el autor de Ortodoxia, cuya travesía espiritual –acaso sin darnos cuenta- riega con su propia agua este momento (en otra ocasión explicaré el extraño fenómeno).
Nosotros también somos gente buena, y lo digo sin altanería pero con la convicción de que Víctor Xavier ha nacido entre cronopios, es decir, entre seres ingenuos, idealistas, desordenados, sensibles y poco convencionales. Creo, a propósito, que esta especie ha evolucionado desde que Julio Cortázar los vio por vez primera en un concierto de Louis Amstrong en noviembre de 1952. Ya no somos, como los describió alguna vez su autor, seres verdes y húmedos, sino bonitos, cremosos, aromáticos y hasta capaces de disfrazarnos de gente responsable. Son matemáticas puras: la suma de dos cronopios da como resultado un cronopio más que algún día desestabilizará el planeta, sea de manera notable o con absoluta discreción. No me cabe duda, entonces, que Víctor Xavier se convertirá en un cronopio, por cuestiones de mera genética. No será necesario buscar escuelas alternativas para el hijo de Jovic y Luz Elena: Víctor Xavier ya vive hoy en una casa Montessori.
Pero si afirmamos que de todos los niños y las niñas puede decirse lo mismo (que con ellos inicia el mundo), ¿qué de especial tiene esta ceremonia? Respondo: la diferencia está en que los padres de Víctor Xavier decidieron envolver este día en un rito inédito, en un bautizo secular, muy al estilo de los matrimonios civiles de la Segunda República Española, donde nuestro pequeño héroe no se vuelve miembro involuntario de iglesia alguna y cuya agua no contiene sustancias metafísicas purificadores de pecados no cometidos. El bautizo de Víctor Xavier pertenece a otro discurso. Mantenemos a Jesús, pero lo alejamos de Pablo; nos acercamos al Concilio Vaticano II y huimos de los actuales príncipes eclesiásticos; incluimos en el lenguaje cristiano palabras de Gaston Bachelard, Goethe, Francisco de Asís, Titus Buckhardt –Sidi Ibrahim, después de su conversión al islamismo- y Bugalú Peniche. Así, en un discurso polifónico, el agua que mojará a Víctor Xavier es símbolo del alma, inaprensible y plegable a todas las formas sin dejar de ser ella misma.
En su Cántico al sol, Francisco de Asís dice: ¡Alabado seas, Señor, por la Hermana Agua, que es muy útil y humilde, y preciosa y casta! Porque el agua es anterior a la misma creación. Si leemos el segundo versículo del Génesis, encontraremos que el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y en el hinduismo, la flor de loto abierta es asiento de las divinidades, trono de Dios que flota sobre el agua de la materia prima (el agua de las posibilidades ulteriores, dice Sidi Ibrahim traducido por Bugalú Peniche).
Como el agua, el alma de Víctor Xavier será lo que quiera ser, porque tiene asegurada una crianza en el pensamiento moderno de sus padres, quienes heredan la concepción del hombre que plasmó Giovanni Pico della Mirandola en su Discurso sobre la dignidad del hombre. Y aquí me robo un pasaje del filósofo humanista para decirle a Víctor Xavier lo que Dios le dice a Adán:
¡Oh, Víctor Xavier, no te he dado ni un lugar determinado, ni un aspecto propio, ni una prerrogativa peculiar con el fin de que poseas el lugar, el aspecto y la prerrogativa que conscientemente elijas y que de acuerdo con tu intención obtengas y conserves (…). Tú, no constreñido por estrechez alguna, determinarás tu naturaleza según el arbitrio a cuyo poder te he consignado. Te he puesto, Víctor Xavier, en el centro del mundo para que más cómodamente observes cuanto existe. Ni te he hecho ni celeste ni terreno, ni mortal ni inmortal, con el fin de que tú, como árbitro y soberano artífice de ti mismo, te informes y plasmes en la obra que prefieras (…). ¡Oh, suma libertad, suma y admirable suerte de Víctor Xavier, al cual se le ha sido concedido el obtener lo que desee, ser lo que quiera!
Regaremos agua sobre Víctor Xavier para decir frente a él que –como el agua- su vida tomará la forma de los lugares por donde corra, lo que no significa perder su esencia (ora lluvia, ora río, ora lago, Víctor Xavier, siempre serás agua, agua de los Preciado y de los Videgaray, agua milenaria cuyo destino es la mar ignota); tu alma sabrá adaptarse a las circunstancias, para nutrir la tierra por la que andes. A tu paso, Víctor Xavier, crecerá la yerba y se levantarán los árboles y el trigo; a tu paso, muchos sentiremos la brisa que necesitamos para sonreír, y otros –a tu paso- saciarán su sed; y otros, a tu paso, experimentarán la mayor tempestad de su vida. Serás, si quieres, el nuevo fenómeno atmosférico del siglo que comienza.
Saludo con respeto y cariño a los padres de Víctor Xavier, a don Jovic Preciado Journaux y a su señora esposa, doña Luz Elena Videgaray Aguilar. Con nosotros se encuentran también la abuelas de nuestro héroe, doña Marie Jocelyne Journaux Conan y doña Luz Elena Aguilar Tagle, así como la crema y nata de sus familias y sus amistades, y lo más granado de la sociedad mexicana. Presento también a quienes han sido elegidos como padrinos de Víctor Xavier, el señor don Jean-Marie Philippe Ange Legaud y su señora esposa doña Emilia Elena Íñigo Aguilar, a quienes se les ha conferido la sagrada responsabilidad de apoyar a su inminente ahijado en todo momento: desde pagar la fianza en caso de que Víctor Xavier sea acusado de demasiada felicidad hasta defenderlo ante sus propios padres cuando éstos se enteren de que cambió su lunch de la escuela por la versión porno del Manifiesto Comunista.
Doy la bienvenida a todos. Uno de los bisabuelos de Víctor Xavier no pudo acompañarnos, pero desde su casa envía una bendición especial: Pane, Agustín Aguilar Rodríguez.
Flotan sobre nosotros criaturas angelicales, y voy a mencionar a esos seres de luz que hoy acarician a Víctor Xavier y lo llenan de su propia vida y de su existencia eterna: los hermanos Osorio Mondragón (José Luis, Luz Elena y Concepción); María de la Luz Gema de los Dolores, la Nona amada; el abuelo postizo, recientemente secuestrado por los ángeles, Gerardo Aguilar Tagle, conocido en el pueblo como Wichili McCoy; y el insigne abuelo Víctor Javier Preciado, de quien su nieto toma el nombre y de quien heredará cultura, trabajo y amor (además de que seguramente brotarán a lo largo de su vida virtudes, defectos, miedos, taras y ganas de su refinadísima ascendencia).
Para colmo de bienes, Víctor Xavier es un Niño Fusión, un World Child, el fruto de un proyecto renacentista, el cosmopolitismo con patas: mezcla de naciones y culturas, combinación de sueños y vigilias, Víctor Xavier es el Escuincle Cósmico por cuyas venas corre el espíritu de la Galia aromática, de la vociferante Hispania, de la Roma portentosa, la Grecia dionisiaca y el dignísimo Anáhuac. Ahí, en sus pequeños huevitos, se formarán los futuros fenicios, para mayor gloria de la humanidad. Él será, con sus primas y primos, los verdaderos supersónicos, es decir, lo que nomás de verse al espejo conocerán pasado, presente y futuro.
Pero venimos a algo: a bautizar a Víctor Xavier. Y a eso vamos, como diría su bisabuelo Agustín.
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