April is the cruelest month, breeding
lilacs out of the dead land, mixing
memory and desire, stirring
dull roots with spring rain.
lilacs out of the dead land, mixing
memory and desire, stirring
dull roots with spring rain.
Citar a T.S. Eliot es práctica común, incluso entre quienes detestan la poesía (los monstruos siempre son aborrecibles: nada más espeluznante que un espejo). Porque, aunque la gente huye de los poetas con la prisa de quien escapa de sus propias pesadillas, lo cierto es que muchos primeros versos se vuelven, con el tiempo, consignas, refranes o aforismos de dominio público. Eso sucede, precisamente, con el inicio de El entierro de los muertos (primera parte de Tierra Baldía), recitado en jardines y parques públicos de todo el mundo cuando los paseantes quieren parecer sensibles, cultos e inteligentes. Hay en ello algo de ritual panteísta: se susurra, entre suspiros profundos y largos silencios, aquello de que abril es el mes más cruel, sin importar qué tan cerca o qué tan lejos nos encontremos de las imágenes que vio el poeta de Missouri a sus 34 años mientras componía uno de las maravillas fundamentales del siglo XX.
Abril es el mes más cruel, recordé el sábado a mediodía, mientras cruzaba el Parque México; pero no pude continuar. ¿Qué sigue? Lilas, tierra muerta, memoria, deseo…
Abril mezcla la memoria y el deseo, dice el poeta. Memoria y deseo, dos palabras que Eliot coloca en el mismo verso, una al lado de la otra, apenas conectadas por una conjunción, y la cercanía de esas dos palabras (memoria y deseo) siempre me genera desasosiego, me estremece algo de los adentros, acaso tiemblan mis propias raíces, no sé.
Al llegar a casa, busqué la estrofa y la leí en voz alta, primero en inglés, para no pensar, para no entender, sino simple y sencillamente para escuchar…
Entre las pocas ventajas de ser monolingüe está la de poder escuchar las palabras de otras lenguas como si fueran pequeños gramófonos, caleidósfonos encantadores, pequeñas cajas de música que, al contacto con otras palabras, se vuelven parte de una sinfonía diminuta.
¿Qué escucho? Algo así como un canto en adagio, un río moroso de sonidos, un viento cálido que sopla tres veces, breeding, mixing, stirring, y se detiene en el oportuno cuarto verso, ahí donde aparece la lluvia, durante un mediodía de abril.
Luego, inmerso ya en un tempo determinado, leo la traducción de Jesús Ruiz:
Abril es el mes más cruel, hace brotar
lilas del interior de la tierra muerta, mezcla
la memoria y el deseo, estremece
las raíces marchitas con lluvia de primavera.
lilas del interior de la tierra muerta, mezcla
la memoria y el deseo, estremece
las raíces marchitas con lluvia de primavera.
Otra traducción, la de Olga Osorio, se esfuerza por rescatar el ritmo original:
Abril es el mes más cruel, criando
lilas de la tierra muerta, mezclando
memoria y deseo, removiendo
turbias raíces con lluvia de primavera.
lilas de la tierra muerta, mezclando
memoria y deseo, removiendo
turbias raíces con lluvia de primavera.
Y con ambas versiones sonrío, satisfecho de placer, lleno de gozo, lleno de mí, saciado. El poema es música, pero también danza y pintura, y en ese teatro de sombras que construyen las palabras vemos algo que bailotea sobre un paisaje yermo. Es la crueldad de abril, que intenta sacar vida de la muerte.
Y lo grandioso de este poema, como de todos los grandes monumentos del siglo XX, es que otros hablarán de él y llegarán, cada uno, a conclusiones absolutamente diferentes, a imágenes y pensamientos radicalmente distintos. Basta leer más adelante y encontrarse con pasajes en movimiento perpetuo de significados (elijo aquel que, a propósito, parece referirse a esta multiplicidad de lecturas):
¿Qué son las raíces que se prenden, qué ramas brotan
de estos escombros minerales? Hijo de hombre,
nada puedes decir, o adivinar, ya que sólo conoces
un montón de imágenes rotas, donde el sol golpea,
y el árbol muerto no ofrece refugio, ni el grillo consuelo,
ni la piedra seca rumor de agua. Solamente
hay sombra bajo esta roca roja,
(ven bajo la sombra de esta roca roja),
y yo te enseñaré algo diferente, tanto de
tu sombra en la mañana avanzando a tus espaldas
como de tu sombra a la tarde creciendo para encontrarte,
yo te enseñaré el miedo en un puñado de polvo.
de estos escombros minerales? Hijo de hombre,
nada puedes decir, o adivinar, ya que sólo conoces
un montón de imágenes rotas, donde el sol golpea,
y el árbol muerto no ofrece refugio, ni el grillo consuelo,
ni la piedra seca rumor de agua. Solamente
hay sombra bajo esta roca roja,
(ven bajo la sombra de esta roca roja),
y yo te enseñaré algo diferente, tanto de
tu sombra en la mañana avanzando a tus espaldas
como de tu sombra a la tarde creciendo para encontrarte,
yo te enseñaré el miedo en un puñado de polvo.
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