Introitus

La idea. Elaborar un cartulario definitivo, un archivo general que contenga todo sobre Agustín Aguilar Tagle, así como aquello que se dio, se da y se dará en torno a su persona. En la medida de lo posible, se evitará el uso de imágenes decorativas (se usarán sólo aquellas que tengan cierto valor documental). Asimismo, se prescindirá de retorcidos estilos literarios a favor de la claridad y la objetividad (la excepción: que el documento original sea en sí mismo un texto con pretensiones artísticas). El propósito. Facilitar la investigación biográfica, bibliogáfica, audiográfica y fotográfica posterior a la muerte de Agustín Aguilar Tagle, de manera tal que sus herederos espirituales puedan dedicar los días a su propio presente y no a la reconstrucción titánica de virtudes, hazañas, amores, aforismos, anécdotas y pecados de un ser humano laberíntico, complejo y contradictorio. El compromiso. Cuando busco la verdad, pregunto por la belleza (AAT).













martes, 31 de mayo de 2011

Los treintañeros

I. Moby Dick, novela abrazadora y abrasante, novela que moja y quita el sueño, novela que apostilla la Biblia, aunque a veces parece que la Biblia es una larga y profética glosa de Moby Dick, novela que es una literatura en sí misma. Herman Melville comienza a escribir Moby Dick a los 30 años de edad y la termina a los 32.

II. En 1867, Mark Twain, de 32 años de edad, viaja a Europa y conoce Tierra Santa. Al enterarse del costo que los barcos de excursión cobran por surcar el Lago Tiberíades, el escritor anota en su cuaderno: ¡Con razón Jesús prefirió cruzarlo a pie!

Twain se refiere al pasaje bíblico narrado por Mateo (14, 22-36) y por Marcos (6, 45-50). En dicho pasaje, Jesús de Nazareth camina sobre las aguas y alcanza la barca en la que sus discípulos van hacia Betsaida de Galilea.  





III. Si hemos de hacer caso a la tradición y a Dionisio el Exiguo, monje escita del siglo V (creador del Anno Domini), Jesús tiene en el pasaje del Tiberíades 32 años. No descartemos, sin embargo, el más fundamentado cálculo de Pepe Rodríguez, periodista y psicólogo español, autor de grandes libros (como Morir es nada), quien da al Nazareno por lo menos seis años más.

¡No importa! Las cuentas de Rodríguez no invalidan mi afirmación general, pues en ella caben los precoces y los tardíos (Orson Welles es un treintañero precoz, y el mejor Ibsen es un treintañero tardío): los treintaitantos humanos conforman una época fructífera y emocionante para el individuo y su sociedad

Algunos, como Jesús, son capaces de caminar sobre el agua, gracias a su conocimiento de la llamada "tensión artificial", propiedad física que no explicaré aquí (un día lo haré, cuando la entienda). Lo que sí puedo señalar es que la mayoría de las pinturas y los grabados que reproducen el pasaje narrado por Mateo y Marcos, desconocen la manera en que Jesús anduvo en la mar. Tintoretto, por ejemplo, lo pinta en pose de torero al iniciar el segundo tercio (el de banderillas). ¡Esto no pudo ser así! El milagro no es un desplante de torero ni un acto de magia que niega las leyes de la naturaleza. El milagro es un dominio de la naturaleza mediante su conocimiento minucioso. No se necesita ser dios para curar enfermos, levantar muertos, transmutar el agua en vino o multiplicar el pan. Se necesita ser un buen observador de la naturaleza y de los semejantes. 



Para caminar sobre el agua, Jesús debió conocer y utilizar para su provecho la cohesión y la tensión artificial del agua. Así que, en aras del realismo, debemos imaginar al Maestro en una posición semejante a la del gerridae lacustris: el Hijo del Hombre distribuyó su peso sobre sus cuatro extremidades y su abdomen… ¡y anduvo sobre las aguas del Mar de Galilea! 

Obsérvese a Pedro en el cuadro de Jacopo Robusti: el Maestro lo ha invitado a imitar su osadía. Pedro, con 32 años de edad, abandona la barca y entra al mar embravecido.  Lo que ya no vemos pintado es el hundimiento inmediato del apóstol. Mateo cuenta que los nervios traicionaron al pescador y que el mismo Jesús tuvo que acudir en su auxilio. Lo ayudó pero lo regañó (acaso entre risas) ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Parece, según este pasaje, que el Cordero de Dios gustaba de las bromas pesadas. 

IV. Sobre la emocionante edad de los treinta, un caso muy ilustrativo es el de la Iluminación de Vincennes, pasaje de la vida de Jean-Jacques Rousseau, quien en 1749 (es decir, a los 37 años de edad) vive una epifanía al terminar de leer la convocatoria a un concurso de ensayo. De pronto, el joven filósofo queda deslumbrado por su propia mente: las ideas lo asaltan en tropel, su pecho se agita, su corazón palpita con violencia, algo le produce asfixia y, yaciente bajo la sombra de un árbol, descubre que ha llorado a mares. 

¿Qué vio Rousseau en esos minutos? Vio su propia obra futura, pero con una claridad que, confiesa él mismo, nunca pudo reproducir: las contradicciones del sistema social, los abusos de las instituciones, la bondad natural del hombre. Es la iluminación que, de otra manera y por otras razones, modificó radicalmente la vida de Pablo de Tarso en el camino a Damasco (a los 30 años de edad).

V. Volvamos a 1867. Ese año no todos andaban tan contentos como Twain: en Toledo, Gustavo Adolfo Becquer –con apenas 31 años a cuestas- padece la infidelidad de su esposa, llamada Casta; y mi tío Miguel es fusilado en un conocido cerro de Querétaro, a punto de cumplir 36 años de edad.

VI. El abogado defensor de Maximiliano fue Mariano Riva Palacio, padre de Vicente, genial novelista, autor de obras maestras como Monja y casada, virgen y mártir, novela que inició al triunfar la República (a los 35 años de edad), gracias a la confianza que en él puso Benito Juárez, quien le "ordenó" guardar en su casa los archivos de la Santa Inquisición, cosa que hizo con mucho gusto y que supo aprovechar para elaborar sus novelas coloniales (la mencionada y Martín Garatuza, por supuesto)

VII. Dejemos esos entonces y flotemos sobre una noche del siglo XX. Estamos en Wilton Manors, Florida. En absoluto estado de ebriedad, un hombre de apenas 36 años de edad intenta entrar al Midnight Bottle Club. Los vigilantes ya lo conocen: es un vagabundo, pobre diablo, sólo viene a molestar y a robar las propinas. El hombre insiste en pasar, pero uno de los custodios del lugar lo golpea salvajemente. Pocos días después, el hombre muere en el hospital.

Es Jaco Pastorius (1951-1987), a quien he estado escuchando atentamente desde hace varias semanas.

VIII. Entre los álbumes que grabó Frank Zappa durante sus 30, están Chunga's Revenge, Waka/Jawaka, The Grand Wazzo, One size fits all, Apostrophe, Zoot Allures, Studio Tan, Sleep Dirt y Joe's Garage.

IX. Escribo estás líneas mientras por mis audífonos sale la bellísima voz de Joni Mitchel, que canta Coyote en el álbum que recoge el legendario concierto The Last Waltz, de 1979. La hermosa canción pertenece a Hejira, álbum de 1976, en el que, a propósito, toca el bajo Jaco Pastorius. En Hejira, Joni Mitchel tiene 33 años de edad.

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