Texto escrito el 22 de mayo de 2008
Luz Elena Videgaray Aguilar, amadísima sobrina mía, me regaló en diciembre de 2007 una caja con tres películas de Ingmar Bergman. Una de ellas es La hora del lobo (Vargtimmen, de 1968), con los emblemáticos Max von Sydow y Liv Ullman.
Max es un pintor llamado Johan Borg; Liv es Alma, su esposa.
Alentada por una old lady con sombrero (Naima Wifstrand), Alma se atreve a leer el diario de su marido, y encuentra en el cuaderno pasajes que hablan de una tal Verónica, la primera mujer de Johan:
Mi relación con Verónica fue dolorosa para ambos. La seguía en las calles, celosamente. La espiaba. Creo que mi pasión la estimulaba, pero siempre era pasiva e indecisa. Casi siempre terminábamos en peleas temerosas lejos de lo razonable (...). Luego vino el esposo a buscarla. Me mandaron al hospital. No nos vimos por años...
Nota, lector, la traducción estúpida: peleas temerosas. ¿Peleas temerosas? ¿Qué es eso? El subtitulaje en inglés dice frihtening confrontations, pleitos aterradores, peleas espantosas, madrazos cabrones, lo que sea... ¡pero no peleas temerosas! Este último adjetivo se aleja enormemente de lo que Borg quiso decir; de hecho, la idea se vuelve absurda.
¡En fin! Ya sabe uno a qué atenerse con el subtitulaje: hay que sospechar de él.
La cosa es que la tal Verónica se apellida Vogler...
Vogler, Vogler –repito en mi mente-. ¿Dónde he escuchado ese apellido? ¡Ah, claro, ya me acordé! Antes de recibir mi regalo, LuzE me prestó Infiel, película dirigida por Liv Ullman con base en un guión de Ingmar Bergman. ¿Y cómo se llama el personaje que interpreta magistralmente la bellísima Lena Endre? ¡Marianne Vogler!
Busco en mis notas…
¡Aquí está, claro!
Sábado 15 de diciembre, cuatro de la tarde. Terminé de ver Trölosa (Infiel), película del año 2000 hecha con guión de Ingmar Bergman, dirigida por Liv Ullman y protagonizada por dos maestros de la actuación: Lena Endre y Erland Josephson. Distingo a uno y a otro, sin menoscabo de los demás actores: Krister Henriksson, por ejemplo, se luce en el papel de un neurótico depresivo que, al desarrollar celos regresivos, termina convirtiéndose en una criatura perversa capaz de atormentar y aniquilar emocionalmente al ser amado.
Reescribo mi descripción de Henriksson: neurótico depresivo que, al desarrollar celos regresivos, termina convirtiéndose en una criatura perversa capaz de atormentar y aniquilar emocionalmente al ser amado.
¿Dónde he visto eso, dónde? Silencio, mordaz lector, no quiero tu respuesta. Y no sonrías de esa manera. Sigamos con Lena.
Como parte del Royal Dramatic Theatre de Estocolmo, Lena ha hecho a Shakespeare, Ibsen y Moliere, entre otros clásicos, y en esta ocasión su representación de Marianne Vogler (actriz que vive un tórrido y trascendental romance con el mejor amigo de su esposo) es, por decir lo menos, perfecta.
¿Marianne Vogler, dije? ¿Vogler? ¿No es el mismo apellido de Verónica en La hora del lobo, de 1968?
Erland Josephson
¡Y qué decir de nuestro querido Erland! Octogenario ya, vuelve a dar cátedra de cómo se actúa el silencio, como se lleva el silencio al cine, cómo se concentra el cine en un rostro y cómo un rostro puede conducirnos a los más profundos abismos del alma en un instante.
Sobra decir que el filme es una joya, y que la directora demuestra lo mucho que aprendió de Bergman: el ritmo, el plano cerrado como forma narrativa, la luz y las sombras, el sonido natural, la mesura dramática en diálogos y monólogos, las tomas de una naturaleza que en su simple estar nos recuerda la eterna impavidez del universo ante las desgracias y las tragedias humanas.
La impasibilidad es, a propósito, una de las cuatro dotes de los cuerpos gloriosos, que los exime de padecimiento (¿no percibiste, lector cáustico, la imperturbable actitud del árbol en el que, alguna vez, te recargaste para llorar?).
Por otro lado, un joven Josephson aparece en La Hora del Lobo. Es el Baron von Merkens, quien confiesa al mismo Johan Borg su amor sufriente por Verónica Vogler.
Sobre descubrimientos y subtitulajes, LuzE me responde...
Qué emoción me da leer tu emoción. ¿Sabes qué? Vamos a tener que comprar Infiel. ¿Y sabes? Una de las cosas que me da terror de ver películas que no estén en uno de los idiomas que medio conozco, es precisamente tener que confiar en el traductor. Y si consideramos que es del sueco, seguramente son personas que hablan los dos idiomas y se ponen a traducir, ¡y no es lo mismo! Pero, mira, ya estoy en contacto con algunas personas que podrían ayudarnos. La doctora Marianne Akerberg, lingüista sueca, podría en algún momento interesarse. No lo sé. Una compañera mía, Katarzyna Sanetra, polaca, ya no aguanta mi insistencia sobre la necesidad de una mejor traducción de Kieslovski (en realidad, le encanta la idea).
Qué emoción lo que me cuentas –sigue LuzE-. Fíjate que eso (en la escuela me enseñaron que se llamaba intertextualidad) me deja estática y extática. Me acuerdo que de García Márquez leí primero "La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada" (ahí tenía unos 12 o 13 años). Años después (como a los 16) leí Cien años de soledad y me encontré con que uno de los Aurelianos se acuesta con Eréndira. Lloré de emoción. Pero también me da terror. No he acabado el segundo de Terra Nostra por lo mismo. Reconozco algunos personajes: Jean Valjean, el coronel Buendía, Sancho Panza, el Quijote... ¡Pero entonces ningún personaje es gratuito! ¿Y si no entiendo? Si no entiendo, seguro podré disfrutar la obra, pero el placer se verá disminuido. ¿No da miedo no poder disfrutar tanto? Y es que Terra Nostra es una obra maestra, de verdad que sí. ¡Te quiero muchísimo!
Conmovido ante los aciertos y la agudeza de mi sobrina, le presté mi caja de Al Pacino (En busca de Ricardo III, Café de Chinos y Local Estigmatic). No me la ha devuelto, y comienzo a ponerme nervioso.
Nota Bene
La hora del lobo es el momento entre la noche y la aurora cuando la mayoría de la gente muere, cuando el sueño es más profundo, cuando las pesadillas son más reales, cuando los insomnes se ven acosados por sus mayores temores, cuando los fantasmas y los demonios son más poderosos...
Ingmar Bergman
¿Las 4:00 a.m.? -pregunto yo-. A esa hora murió Gerardo. A esa hora compuse Wichili McCoy.
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