Introitus

La idea. Elaborar un cartulario definitivo, un archivo general que contenga todo sobre Agustín Aguilar Tagle, así como aquello que se dio, se da y se dará en torno a su persona. En la medida de lo posible, se evitará el uso de imágenes decorativas (se usarán sólo aquellas que tengan cierto valor documental). Asimismo, se prescindirá de retorcidos estilos literarios a favor de la claridad y la objetividad (la excepción: que el documento original sea en sí mismo un texto con pretensiones artísticas). El propósito. Facilitar la investigación biográfica, bibliogáfica, audiográfica y fotográfica posterior a la muerte de Agustín Aguilar Tagle, de manera tal que sus herederos espirituales puedan dedicar los días a su propio presente y no a la reconstrucción titánica de virtudes, hazañas, amores, aforismos, anécdotas y pecados de un ser humano laberíntico, complejo y contradictorio. El compromiso. Cuando busco la verdad, pregunto por la belleza (AAT).













domingo, 5 de junio de 2011

Estampas de fin de siglo

Entra música (el Huapango de Moncayo). Tomas aéreas de la Ciudad de México, al estilo de Demetrio Bilbatúa. Baja música y entra voz en off. Corte a plano abierto de manifestación callejera, entusiasta.

Domingo 13 de abril de 1997. Cuauhtémoc Cárdenas hace un recorrido por la Colonia Escandón (Alejandra y yo estamos ahí, como siempre, en busca del argüende). Alguien, en el parque de la colonia, lanza consignas contra el ingeniero, así que me acerco a la fuente de exabruptos y le exijo, decente pero altisonante, que se retire, si es que no desea que los brazos mismos de la Revolución y los curtidos puños de la Historia se estacionen abruptamente en su deshonesta y sucia boca.

Al término de su visita, Cárdenas se acerca a nosotros y me señala, con su proverbial fineza, la necesidad de calmar los ánimos.

-Sí, ingeniero, pero es que…
-Se lo pido como un favor especial.

Algo así me dice, con sus palabras, don Cuauhtémoc. Y se despide de mano, repitiendo su ruego:

-Se lo pido como un favor especial.
-Muy bien, inge. Cuente con nuestro voto.
-Gracias.

Alejandra quiere refrescarle la memoria acerca de nuestra antigua amistad:

-En 1993, nos saludamos en Cuernavaca, dentro de un super, junto al refrigerador de carnes frías. ¿Se acuerda, ingeniero?
-Confío en su memoria, señorita. Muchas gracias, y qué bueno encontrarlos de nuevo.

¿Señorita? –le digo a Alejandra, mientras cruzamos el viaducto, para llegar a la Nápoles-, ¿qué, no sabe el mundo que tú eres mi esposa?
-No soy tu esposa, soy tu concubina, vivimos en vil amasiasto, sólo nos une el amor, ni siquiera la República está enterada. Luego entonces, soy señorita.

Caracoles, a veces es muy difícil mantenerse ecuánime.

Otro momento de 1997.  Yo trabajaba entonces en TV Azteca, como editor nocturno. Llegaba a las diez de la noche y salía a las cuatro de la mañana. En ese lapso, me dedicaba a armar las escenas de uno de los peores programas de la televisión mexicana, Te Caché, la enésima versión local de candid camera. Fue un trabajo deprimente, no sólo por lo que significaba revisar horas y horas de basura, sino porque, además, coincidía con las horas en que Lolita de la Vega llegaba a editar Hablemos claro, y con las horas en que algunos técnicos del canal utilizaban casi todas las máquinas para copiar películas pornográficas. Una noche, al darme cuenta que no podría copiar mis ediciones, pregunté a uno de los técnicos que por qué se utilizaban las máquinas para ese trabajo, evidentemente clandestino. Su respuesta me dejó con la boca abierta:

-Pues es que son instrucciones de la señora Ninfa. Es ella quien ha de tener un muy buen negocio en la venta de pornografía. Nosotros, sólo seguimos órdenes.

No creo que el buen hombre estuviera refiriéndose a Ninfa Sada Garza, la entonces esposa de Salinas Pliego, presidenta de la naciente Fundación TVAzteca, impulsora de la campaña Vive sin drogas. ¡No, no creo! Ella, don Ricardo Salinas, Jorge Garralda, Raúl Sánchez Carrillo… ¡gente proba de la que no debemos pensar mal!

Pues bien, uno de esos días Andrés Pascoe me invitó a la casa de su padre (lo hizo muchas veces, ya para reunirnos los amigos y discutir sobre el rumbo de la Revolución, ya para entretenernos con Risk, el juego que consiste en adueñarse del mundo). Era viernes de quincena, así que pasé primero al cajero automático para cobrar mis pesos. Cuál no sería mi sorpresa al ver que TVAzteca me había depositado el doble de mi sueldo. ¡Uy! –pensé- ¿Qué hago? Bueno, saco todo y el lunes agradezco tan significativo aumento.

Esa noche, yo invité la segunda tanda de botellas y botanas en Mixcoac: whisky, vodka Subrowka, ron... Después de la borrachera, ha de haber sido Luis David Cortés quien me llevó a la Nápoles. Alejandra estaba dormida, pero entre sueños tuvo la capacidad de hacerme una pregunta difícil de responder:

-¿Esto va a pasar todos los viernes?
-No, Ale, no. Te juro que apenas gane Cuauhtémoc, todo vuelve a la normalidad.
-¿Qué?
-Que el Partido nos necesita casi de tiempo completo.
-¿Estuviste con Ricardo Pascoe hasta estas horas?
-No, él se fue a dormir a las nueve de la noche.
-¡Son las cinco de la madrugada, Agus!
-Es muy difícil despedirse de los Pascoe, muy difícil.

Epílogo: Al lunes siguiente, cuando quise agradecer el significativo aumento, la administración de TVAzteca me informó que era un error y que en quince días se me descontaría el sobresueldo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario